Prefacio
Hace 50 años, Peter Beard fue a África y se encontró a si mismo en un Edén violado. África lo poseyó así cómo hace con aquellos que se han preguntado alguna vez quienes éramos, como humanos en nuestra época más heroica, prosperando como cazadores. La África que vio fue la África que me transformo a mi unos años más tarde-y transformo a muchos otros. "Antes del Congo, yo era un mero animal", escribió Joseph Conrad. La obra que Beard nos dejó de su despertar, El fin del juego, con sus inolvidables imágenes, le da un significado a la palabra presciencia; y sigue siendo una clara advertencia sobre los humanos y los animales ocupando el mismo dramático espacio. "La trágica paradoja de la invasión del hombre blanco. Entre más rápido se adentraba en África, más rápido la vida se escabullía de ahí, de las planicies y de los arbustos hacía las ciudades. "
Mezcla de su vida personal con la historia de África, Beard evocó de forma vívida la construcción de las vías de tren entre Mombasa y Nairobi. Teddy Roosevelt la llamo "Una vía a través del pleistoceno" en su libro Senderos de Juego en África (1910). Roosevelt, una especie de demonio gemelo al Noé de la biblia, cazaba y mataba a dos (a veces 18) animales de cada especie que pudiese encontrar entre la costa de Kenya hasta los pantanos al sur de Sudán (una bolsa con 512 criaturas). Él escribió: "La tierra está llena con bestias de persecución, infinitas en número..."
Theodore Roosevelt en un safari en África |
Y ahora África, "bañándose en el sol más antiguo", es un feliz patio de recreo para los mitómanos, los rockstars, los misioneros con fe de vender, el comprador de niños, el narcotraficante, los periodistas, los forjadores de imperios, el mercader de diamantes, el ejecutivo del petroleo, el explorador, el traficante de esclavos, el eco-turista, aquél con sed de aventura, el colonizador, el banquero, el gilipollas, el bucanero, el pirata y tu primo el voluntario de los Cuerpos de Paz.
Estas personas han estado entrando y saliendo del continente desde el principio del siglo 19°. Un común denominador para este surtido de visitantes foráneos -pestes con mentes elevadas y explotadores por igual- es su deseo de transformarse a si mismos mientras claman que quieren cambiar a África. Como dijo Beard, todas las personas erróneas.
El fin del juego no es tanto un libro de vida-salvaje sino un libro sobre el engaño humano, tan importante ahora como cuando recién se publicó. Extraño entre los visitantes de África, Beard fue simplemente para aprender y crecer. Porque era esencialmente un observador, de vista paciente y afilada, no un revoltoso sin agenda, fue capaz de ver un proceso que muchos perdieron de vista, de la convergencia entre las personas y los animales. Una de las grandes virtudes de su libro y de su valor imperecedero, es que no toma ninguna política. Se concentra en una visión única de lo vivo y lo muerto, predadores y presas. Beard fue fiel a lo que vio- y la verdad es lo que lo convierte en profético.
- Paul Theroux 2007
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